Hablemos
de poesía, hablemos de amor, de todo cuanto tu sombra me arrebata, de cómo todo
terminará en tragedia, de una comedia mal escrita y como tu nombre llevará la
falta de ortografía más grave al diccionario que dice llamarse mi corazón, que
osa llamarte, amor.
Si en
mi mano estuviera, entre apasionados tintineos caerían todos los botones de tu
cuerpo, de la piel que encierra cuánto va más allá de tu mísero reflejo. Mil
cantares envidiosos de una letra hecha soneto, avasallan tu voz de sirena,
sirena de las noches, ahogada en tequila.
Tu
insensatez ante el mundo circundante te da esa niñez que gozas, la misma que
anhelo, que actúa hacia mí de grave velo, entre tu mundo y el mío.
Serás de mí,
como mi obra,
vos.
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