miércoles, 8 de febrero de 2017

Querido diario...

Tenía que curarte todas mis heridas pequeño, llevo mucho tiempo haciéndote sobrellevar el peso de las consecuencias y la verdad es que el ruido que hay ahí dentro, me esta gritando, porque parece como si no le oyera cuando me sé de memoria el abecedario de mis errores.
En ti están mis momentos, eres custodio de mi vida y eso me aterra. A veces querría destruirte y borrar la poca lucidez que he conseguido guardar, pero eres tan frágil que jamás podría hacerte daño.
Tengo una petición muy importante para este preciso instante ¿vale? Guardame otro secreto, tal vez se convierta en cicatriz, pero creo que hoy me ha besado un ángel con cacao de vainilla que se ha escapado para dejarme en la duda. Yo me he perdido en sus laberintos, y no consigo hallar el camino que me ayude a salir. Pero el secreto no es ese, la verdad (y la diré chiquita) es que creo que no quiero salir de aquí, síndrome de Estocolmo lo llaman, yo mi chica de medicina.

Hala ya te he besado, para que luego digas que no te consiento. Buenas noches.
Me has besado tan fuerte que estoy a punto de explotar y ponerlo todo completamente perdido.  Ay, por Dios. Abre la boca que ahí va mi beso.

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