El tacto, el pequeño sobresalto en la piel, esa sensación de frío y calor, el ombligo al aire, el aire...
Las caricias que se lleva el tiempo y el reloj que nunca deja de avanzar, tu risa, tus labios, los susurros al oído, y de nuevo los sobresaltos.
Parecería que en realidad no merece la pena, pero tocar reconforta tanto...
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