Autoconstelacencia. Periodo de acumulación de datos, de manera subconsciente, en pos de su posterior uso en la creación artística. Se tiende a analizar una retrospectiva vital, conjunto con lo ya producido. Causa de un sentimiento de «vacío» en el que el artista es incapaz de crear. Se parece al llamado bloqueo del escritor pero extendido a toda disciplina artística.
La misma canción se repite desde hace tres días, momento en el que estalló, sonoro, el bloc de esbozo en la pared, y se clavo, consiguientemente, como un dardo, el portaminas dos milímetros HB.
En la tarima se distribuye una red de botellas y latas de cerveza, dando al ático un tufo a fermentado similar a las fauces de un pub después de terminar la noche. Sumándose olores, por la falta de ventilación, la pintura y finalmente el sudor.
En medio de aquello, un cuerpo postrado en el suelo en posición fetal, asido de esa manera por el frío que baña todo el espacio. Es invierno. El termostato no se toca.
DING DONG (uno), DING DONG (dos), DING DONG (tres). Todo permanece estático.
«Me siento vacía». Resuena en la cabeza de Amara. A los pocos minutos, escucha por encima de «Somewhere only we know» (versión en la que Lily Allen y Keane hacen un dueto) un ajetreo en el pasillo.
NOC NOC (uno), NOC NOC (dos), NOC NOC (tres).
—Amara, ¿estás ahí?
—LÁRGATE.
—He traído comida.
—¿HAMBURGUESAS?
—Con extra de queso y pepinillos.
—¿CERVEZA?
—Aja.
—Hay una llave debajo del felpudo.
Podía ser un violador, o un ladrón, tal vez un acosador, sabe su nombre, pero está segura de no conocer esa voz.
Al girar la cerradura y abrirse la puerta, el primer estímulo que obtiene el desconocido, lo percibe por la nariz, y acto seguido a través de los ojos. A pesar de haber abierto la puerta de manera tímida, al ser consciente del panorama, deja las bolsas apoyadas en el suelo, cierra la puerta y rápidamente abre ventanas y sube persianas con el sonido latoso que conlleva el segundo acto, y causando molestias a la retina de Amara con el primero.
—PARA. –Silencio. «I'm getting tired and I need somewhere to begin. I came across a fallen tre…»
—Lo siento, me estaba volviendo loca. –¿Loca? Con a, en femenino. Se revuelve.
—¿Eres una chica? –Haciendo esfuerzos por moverse lo menos posible pero captarla en su campo visual.
—Tengo la voz ronca, pero tampoco es como si sonase a lo Johnny Cash. –Amara la mira pensando «¿conoces a Johnny Cash?» Abre la boca, pero no dice nada, y vuelve a colocarse igual que antes. Se queda mirando sus zapatos. Lleva un atuendo peculiar, lleno de colores, podría decirse que los lleva todos encima. Le gusta.
—¿Vas a quedarte ahí todo el día?
—Eso pretendo.
—¿No vas a comer?
—Pero, ¿por qué haces tantas preguntas?
La chica rainbow o como Amara a decido llamarla despeja la mesa y lleva las bolsas. Tiene hambre.
—Levántate, ¿o me vas a dejar comer sola?
—Ni siquiera te he invitado, así que no tengo porqué ser buena anfitriona. —Se levanta y se tumba a su lado.
—¿Qué haces? –Mirándose a los ojos. Rainbow cambia de posición y mira al frente, con un levantamiento de hombros como única respuesta.
—¿Ahora no quieres hablar? –Misma respuesta.
«Que chica más rara. Aunque tiene un perfil bonito». Un rugido violento en las tripas de Amara surge como deseo implícito de comida, pero ninguna de las dos dice o hace nada. Rainbow mira al techo ensimismada, hasta que sus tripas emiten un gruñido a coro con las de Amara. No logran contener unas carcajadas.
—Te suenan las tripas.
—Imitan a las tuyas. –Entonces se gira hacia Amara, y en un gesto infantil extiende su mano con el índice apuntando. Toque (uno), toque (dos), toque (tres).
—¿Me estás pinchando? –Levanta los hombros. —Vaaaaaale, vamos a comer. –Los labios de Rainbow se pintan con una leve sonrisa.
Ágilmente, Rainbow se pone en pie, mientras que Amara en un tambaleo que amenazaba toda estabilidad.
—Dijiste que había cerveza.
—Aja.
—¿Dónde esta?
—Por todas partes.
—¿En serio? –La había engañado, y ¿qué insinuaba? —No tengo ningún problema con el alcohol.
—Se nota, yo diría que os lleváis muy bien. –Amara se queda de pie ensombrecida. —Te he traído gazpacho, podría improvisar unos Bloody Marys con lo que tienes en esa estantería. –Le lanza una mirada perpleja. —Tienes mala cara, te sentará bien.
Después de comer, y zampar, ya que Amara devoró casi sin saborear las hamburguesas, se habían quedado en silencio, ninguna se prestaba a responder las preguntas de la otra, aunque su compañía no tenía ningún atisbo de incomodidad.
Rainbow mantiene la mirada fija en el portaminas. Mira a Amara.
—¿Qué le ha pasado a tu pared?
—La autoconstelacencia. –Se levanta y arranca el portaminas.
—Buen punto de partida.
—Tienes razón.
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